Casas con contenedores y una capilla: así es Santa Eugenia, el asentamiento en el que vive el "Gordo" Verde - 01/11/2022 - EL PAÍS Uruguay

2022-11-07 15:46:26 By : Ms. Clara Lin

Conocé nuestros planes y disfrutá de El País sin límites.

Si ya sos suscriptor podés ingresar con tu usuario y contraseña.

Ahora, en el asentamiento Santa Eugenia, al este de la ciudad de Montevideo, todo sucede alrededor de una capilla de madera. Hoy, por ejemplo, que es un jueves al mediodía, hay cinco vecinos del barrio almorzando allí. Tienen una mesa y unos bancos, una olla enorme con lo que todavía queda de un guiso, pan, jugo de naranja. Hay una imagen de Jesús, María y José. En una de las paredes, también, están pintados los misterios del Rosario. La puerta está abierta hacia atrás: la capilla es el punto de referencia del barrio. Cualquiera que necesite algo sabe que tiene que ir a la capilla.

“La construimos entre todos los vecinos durante la pandemia. Antes ahí había un terreno descampado. Fue todo trabajo comunitario: el que podía venía y trabajaba y así la fuimos levantando. Demoramos tres meses, trabajamos muchísimo. Hoy todo se encuentra acá: el doctor, los talleres, el cura”, dice Ricky, que tiene 60 años, hace siete que vive en el barrio y desde que empezó a trabajar en la capilla, por más que no tuviese piso ni techo, él se instaló allí, dijo “este es mi lugar”, y nunca más se fue.

Para él hay una vida antes y una después de eso: antes vivía en un rancho de chapas. Ahora vive en una casa hecha con un contenedor y es el referente de la capilla. Es el que abre y cierra, el que coordina, el que siempre está.

En el barrio hay un antes y un después, eso dicen todos. Eso dice, también, Leonardo, que es el presidente de la comisión de vecinos de Santa Eugenia: que en 2011, junto a la gente de Techo empezaron a hacer algunos arreglos, que después, con ayuda de jóvenes del Jesús María arreglaron algunas calles. Pero que luego, cuando hace seis años el cura Juan Andrés Verde -conocido como el “Gordo Verde”- llegó al barrio con el Movimiento Luceros y otros jóvenes de la parroquia Stella Maris, todo empezó a cambiar de una manera irreversible: los cambios empezaron a verse en la vida de las personas.

“El barrio no tiene nada que ver con lo que era antes: tenemos alumbrado público, luz eléctrica, calles, saneamiento. Antes se incendiaban igual 13 casas en menos de un año. Ha cambiado un cien por ciento: la limpieza, los hogares, hasta el aspecto físico de la gente, porque ahora tenemos médicos, tenemos odontología. Yo pude hacerme los dientes, por ejemplo”, dice Leonardo.

Hace cinco meses que el sacerdote decidió instalarse a vivir en el barrio: sabía que se venían momentos duros por un proceso de lanzamiento que viene atravesando el lugar desde hace un tiempo y quiso estar ahí, como dice él, en la trinchera.

“Fue como darle un espaldarazo a la gente, decirles si vamos a luchar vamos a luchar juntos. Y acá estamos”, cuenta.

Ahora su casa es un contenedor cerca de la capilla. Tiene un espacio que funciona como living, cocina y comedor, un cuarto de huéspedes, el suyo, que tiene el lugar suficiente para una cama, y un espacio que funciona como su capilla personal. Allí hay un sagrario, la imagen de Don Bosco, el santo de la juventud, y algunas frases. Una de ellas dice “Hasta el cielo no paramos”.

“El regalo más grande que recibí en la vida es ser sacerdote. Nunca me imaginé que Dios a través de esto me podía llevar por caminos tan diferentes: desde salir de una cancha de rugby a entrar a una cocina de Masterchef, escribir un libro, ir a una iglesia en el corazón de Carrasco y terminar viviendo en un asentamiento en el que me siento uno más. Para mí esto es una bendición”, dice.

Su casa tiene la puerta abierta todos los días a toda hora. Y él se siente seguro, tranquilo. “Acá nos respetamos, nos cuidamos entre los vecinos, cuando pasan cosas feas como pasan en todos lados, te avisan, te advierten. Yo a veces llego de noche y cuando ven que estoy llegando y se me acercan, me saludan, me invitan a comer. Está bueno porque están pendientes, te cuidan, el barrio es muy unido, hacen beneficios para ayudarse, y siempre buscan acompañar, cuidar”.

En Santa Eugenia viven cerca de 240 familias y, desde que Juan Andrés junto a la asociación Cireneos empezó a trabajar en el barrio, han instalado 70 hogares fabricados con contenedores. “Acá hay familias que pasaron de vivir en el barro en un rancho lleno de agujeros, a tener un techo, un lugar para darse una ducha caliente. Son casas de 12 metros, tiene dos dormitorios, cocina, baño, living. Un día la Juli, una nena de acá, se fue a pegar una ducha y pensó que se estaba incendiando, y era por el vapor del agua. Tiene 11 años y nunca se había bañado con un lluviero. La abuela Flor, una señora del barrio, una vez me dijo “Ahora llueve y yo veo llover desde adentro”, dice Juan Andrés.

Todo lo que han conseguido ha sido golpeando puertas, pidiendo donaciones. Estar ahí, cree Juan Andrés, le ha permitido ser testigo de la generosidad de las personas. Ahora, además de hogares, la gente del barrio tiene atención odontológica, médicos, pediatras, una partera, talleres de escritura, de lectura, manualidades, apoyo escolar para los más chicos, catequesis, misas. Además están trabajando, junto a la comisión de vecinos, en lo que ellos llaman “Escuela de hábitos de trabajo”: una especie de preparación y entrenamiento para que las personas -sobre todo los más jóvenes- tengan herramientas para encontrar un empleo.

Al principio no fue sencillo: entrar al barrio, acercarse a los vecinos, que los escucharan, que les creyeran. “Cuando el ‘Gordo’ vino yo pensaba: este loco nos quiere sacar de acá, yo no le hablaba. Porque no sabías si venían a ayudarnos o a hundirnos. Después lo fui conociendo, fuimos hablando y cuando arrancaron con la capilla, ahí me metí de verdad a estar con ellos. Yo le dije al gordo, mientras pintábamos una pared: gordo, esto va a pulir el alma de la gente”, cuenta Leonardo. “Gracias a Dios que lo trajo para acá al ‘Gordo’ y a todos los gurises que lo rodean, que más que a trabajar vienen a darle amor a los gurises del barrio, a mostrarles otras formas. Hoy en día más que un trabajo esto es una familia. Estamos espalda con espalda trabajando para que el barrio salga adelante”.

A veces hay vecinos que no terminan de creer. Que cuando Juan Andrés los reúne y les dice cuál es el siguiente paso, qué es lo que van a hacer, cómo van a seguir, dudan. Sin embargo, dice Leonardo, hay que creer: no se trata de promesas, se trata de mirar alrededor y ver cómo, de pronto, donde no había nada ahora hay una capilla de madera.

Para comentar las noticias debes iniciar sesión con el usuario y contraseña elegidos al momento de registrarte.

Si no estas registrado todavia, puedes hacerlo ingresando a Registro de Usuarios

No recuerdas tu contraseña? puedes acceder a Resetear Contraseña

A partir de este punto usted ingresa a un ámbito virtual destinado al ejercicio responsable de la libertad de expresión. Los mensajes serán instantáneamente visibles y no serán supervisados por la redacción de El País. Es un espacio autoregulado por los lectores, quienes disponen de mecanismos para reportar el uso abusivo del mismo.

Zelmar Michelini 1287, CP.11100, Montevideo, Uruguay. Copyright ® EL PAIS S.A. 1918 - 2022

Creemos que estás usando un bloqueador de anuncios y queremos decirte que la publicidad es una de nuestras formas de generar ingresos para hacer periodismo

Generalmente, se encuentra en la esquina superior derecha de la pantalla. Es posible que tengas más de un bloqueador de anuncios instalado.

Es posible que tengas que seleccionar una opción en un menú o hacer clic en un botón.